Deambular en medio de esta inmensidad, esperar a que la mañana se caliente, con la esperanza de captar los primeros rayos de sol que envuelven los matices de este magnífico escenario y ofrecen colores inesperados.
La grandiosidad de los árboles con sus troncos blancos, su follaje gris plateado con reflejos azulados, que deja ver una magnífica corteza que revela una multitud de tonos inspiradoresSu impresionante esteticismo da vértigo.
Descubrir estas rocas, que con el tiempo han adquirido este singular color verde, mezclándose con el agua pura que golpea repetidamente el borde de estos enormes guijarros, que brillan como joyas preciosas.
Llevada por la evaporación del hechizante perfume del eucalipto, toda esta belleza convoca la admiración de Carole Petit, que una vez más se inspira en esta naturaleza sublime, y nace el deseo de formular un voto sagrado, una plegaria silenciosa para que nuestra preciosa Tierra conserve su belleza en paz, un retorno a sus raíces que resuena como una promesa intemporal.